Esta red invisible está basada en una relación simbiótica conocida como micorriza, donde las raíces de los árboles se entrelazan con las filamentosas estructuras de los hongos, llamadas hifas. Esta alianza no solo multiplica la capacidad de absorción de nutrientes esenciales como fósforo y nitrógeno, sino que también fortalece la resistencia de los bosques frente a las amenazas crecientes del cambio climático.
Un reciente estudio de la Universidad de Zúrich ha revelado que los árboles que forman alianzas con dos tipos diferentes de hongos muestran una capacidad superior para adaptarse a condiciones ambientales extremas y expandirse a nuevas áreas, convirtiéndose en actores clave para la conservación y recuperación de los ecosistemas forestales.
Las micorrizas son mucho más que un intercambio de nutrientes. A través de las redes fúngicas, los árboles establecen una especie de “internet natural”, enviando señales de advertencia ante peligros como sequías o enfermedades, compartiendo recursos vitales e incluso apoyando a los árboles jóvenes o enfermos.
Este complejo sistema subterráneo asegura un equilibrio dinámico que mantiene la biodiversidad y la salud del bosque, según han confirmado numerosos estudios científicos.
Además, estas redes desempeñan un papel crucial en la captura y almacenamiento de carbono en el suelo, actuando como un aliado indispensable en la lucha global contra el cambio climático.
Una esperanza para bosques vulnerables
En regiones como la Patagonia argentina y el norte de Misiones, donde los ecosistemas aún conservan su riqueza natural, estas conexiones micorrícicas son fundamentales para la supervivencia del bosque. Sin embargo, prácticas humanas como la deforestación, el uso intensivo de pesticidas y la degradación de los suelos amenazan la estabilidad de estas redes invisibles.
Frente a esta realidad, los científicos plantean que la selección de árboles que forman dobles alianzas micorrícicas puede ser una herramienta clave para futuros proyectos de reforestación, especialmente en áreas amenazadas por la desertificación y el avance de zonas áridas.
Este conocimiento no solo abre una ventana para entender mejor el funcionamiento interno de los bosques, sino que también ofrece una estrategia concreta para preservar estos ecosistemas en un mundo cada vez más hostil.
Última actualización el 22 de mayo de 2025 Por El Ambientalista Post
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