Esta colaboración se enfoca en las vastas redes de Facebook e Instagram, plataformas que se han convertido en un mercado sombrío para la venta de especies exóticas y sus derivados.
La iniciativa ha dado sus primeros frutos con la desactivación de cientos de perfiles, páginas y grupos que servían como escaparates para el comercio ilícito. Este fenómeno no es exclusivo de México; a nivel global, organizaciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) han documentado cómo las redes sociales y las plataformas de comercio electrónico han acelerado la velocidad y el alcance de este delito, uno de los más lucrativos a nivel mundial, solo por detrás del tráfico de drogas, armas y personas.
El tráfico de especies silvestres ha sido tradicionalmente un desafío logístico, requiriendo complejas cadenas de suministro que abarcan fronteras y continentes. Sin embargo, la disrupción digital ha simplificado drásticamente este proceso.
Un comprador en Nueva York puede adquirir un loro guacamayo de un vendedor en la selva amazónica a través de un grupo privado de Facebook, con la transacción facilitada por servicios de mensajería encriptada. La logística del envío, a menudo camuflada como transporte de mascotas o mercancías legítimas, se coordina en foros y chats.
La colaboración entre Profepa y Meta aborda este problema de raíz. Mientras que las autoridades gubernamentales, como Profepa, aplican la Ley General de Vida Silvestre (LGVS), que prohíbe cualquier actividad comercial con especies sin la debida autorización, las políticas de Meta prohíben explícitamente la venta de animales silvestres. Esta sinergia es crucial. Profepa proporciona la inteligencia, identificando los espacios ilícitos, y Meta utiliza sus herramientas de detección para aplicar sus propias políticas, eliminando el contenido infractor.
La información proporcionada por la Profepa destaca un componente fundamental de esta estrategia: la participación ciudadana. Una gran parte de los casos identificados provienen de reportes de usuarios que, al navegar por las redes sociales, detectan publicaciones sospechosas. Esta dinámica de “vigilancia colectiva” es un recordatorio de cómo la tecnología, que facilita el crimen, también empodera a las personas para combatirlo.
Mariana Boy Tamborrell, procuradora Federal de Protección al Ambiente, enfatizó la trascendencia de esta colaboración. “Con esta colaboración enviamos un mensaje claro: se acabó la tolerancia para las transacciones ilícitas con la vida silvestre”, declaró.
La tecnología, que alguna vez fue el habilitador de estos mercados negros, ahora se utiliza para desmantelarlos. La Inteligencia Artificial (IA), por ejemplo, está siendo utilizada por diversas plataformas para escanear y marcar automáticamente imágenes y palabras clave relacionadas con especies protegidas. Este avance tecnológico es vital para mantenerse al día con la velocidad a la que se crean y operan estos grupos.
La alianza entre Profepa y Meta es un modelo para otras naciones y compañías tecnológicas. No se trata de un esfuerzo aislado, sino de una pieza dentro de un rompecabezas más grande. En 2018, varias empresas tecnológicas como Google, Alibaba y la propia Meta se unieron en la “Alianza Global para Terminar el Tráfico de Vida Silvestre en Línea”, coordinada por WWF, TRAFFIC y el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW). Su objetivo es reducir en un 80% este tipo de comercio para finales de 2020, aunque el desafío sigue siendo monumental.
La lucha contra el tráfico de vida silvestre en línea no solo protege a las especies en peligro de extinción, sino que también desmantela redes criminales que a menudo están vinculadas a otras actividades ilícitas. A medida que las autoridades y las empresas tecnológicas continúan perfeccionando sus métodos, el mensaje es claro: la vida silvestre no es una mercancía, y su comercio ilegal, ya sea en la selva o en la pantalla, no tiene cabida en un mundo que valora la biodiversidad.
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