Mientras la crisis climática y la inflación impactan los precios de los alimentos, más mexicanos están volviendo a una práctica ancestral: cultivar en casa. En patios, terrazas o incluso balcones, la agricultura urbana se presenta como una alternativa verde frente a los desafíos del presente.
Pero sembrar no es improvisar. Como cualquier concierto, requiere saber cuándo cada instrumento debe entrar en escena. Y en el caso de la tierra, eso significa entender los tiempos de siembra y cosecha.
Según una guía elaborada por El Ambientalista Post, cultivos como la lechuga italiana pueden sembrarse desde el 1 de enero, ofreciendo una cosecha fresca hacia principios de marzo. Las zanahorias, con su paciencia de raíz, se siembran en febrero y maduran en mayo. En cambio, cultivos como el maíz esperan a las lluvias de abril para germinar, y se levantan hasta septiembre.
“El calendario agrícola no es una agenda rígida, sino una sinfonía de ritmos naturales”, dice Laura Vázquez, agroecóloga y promotora de huertos urbanos en Xochimilco. “Entenderlo es volver a hablar el idioma de la tierra”.
La siguiente tabla resume los ciclos de algunos cultivos básicos para un huerto urbano en clima templado:
Cultivo | Siembra | Cosecha |
---|---|---|
Lechuga | Ene | Mar |
Zanahoria | Feb – Mar | May – Jun |
Jitomate | Mar – Abr | Jul – Ago |
Chile serrano | Mar – Abr | Ago – Sep |
Maíz | Abr – Jun | Ago – Oct |
Espinaca | Oct – Nov | Dic – Ene |
Más que una guía técnica, este calendario se ha convertido en una herramienta de resistencia: cultivar en casa también es cultivar soberanía, salud y esperanza.
Para muchos jóvenes, esta reconexión no solo es política o económica, sino personal. “Es la primera vez que veo cómo crece algo desde cero”, cuenta Ana Lucía, estudiante que comenzó un huerto comunitario en su universidad. “Y también es la primera vez que siento que algo depende de mí para vivir”.
Hoy, con solo unas semillas y el compromiso de esperar, miles de personas están sembrando más que vegetales: están sembrando una nueva forma de habitar el mundo.
En un país donde los tomates maduran bajo el sol de marzo y las espinacas brotan al abrigo del invierno, sembrar no es solo un acto agrícola: es una manera de reconectar con la tierra, con los ciclos del clima y con una forma de vida más consciente.
Frente al aumento en los precios de los alimentos y los impactos del cambio climático, más mexicanas y mexicanos están volviendo a una práctica ancestral: cultivar en casa. En terrazas, balcones o azoteas, la agricultura urbana se abre paso como una alternativa verde, resiliente y profundamente humana.
Pero sembrar no es improvisar. Como cualquier concierto, requiere saber cuándo cada instrumento debe entrar en escena. Y en el caso de la tierra, eso significa comprender los ritmos del clima, la humedad, el sol y la luna.
Según una guía elaborada por El Ambientalista Post, cultivos como la lechuga italiana pueden sembrarse desde el 1 de enero, ofreciendo una cosecha fresca a principios de marzo. Las zanahorias, con su paciencia de raíz, se siembran en febrero y maduran en mayo. En cambio, cultivos como el maíz esperan las lluvias de abril para germinar, y se levantan hasta septiembre.
“El calendario agrícola no es una agenda rígida, sino una sinfonía de ritmos naturales”, explica Laura Vázquez, agroecóloga y promotora de huertos urbanos en Xochimilco. “Entenderlo es volver a hablar el idioma de la tierra”.
La siguiente tabla resume los ciclos de algunos cultivos básicos ideales para huertos urbanos en climas templados de México:
Cultivo Siembra Cosecha Lechuga italiana Enero Marzo Zanahoria Febrero – Marzo Mayo – Junio Jitomate Marzo – Abril Julio – Agosto Chile serrano Marzo – Abril Agosto – Septiembre Calabaza Marzo – Mayo Junio – Agosto Maíz Abril – Junio Agosto – Octubre Frijol Mayo – Junio Agosto – Septiembre Espinaca Octubre – Noviembre Diciembre – Enero Brócoli Septiembre – Octubre Diciembre – Enero Fresa Octubre – Noviembre Febrero – Mayo
Más que una guía técnica, este calendario se ha convertido en una herramienta de resistencia: cultivar en casa también es cultivar soberanía, salud y esperanza.
Para muchas personas jóvenes, esta reconexión no solo es política o económica, sino personal. “Es la primera vez que veo cómo crece algo desde cero”, cuenta Ana Lucía, estudiante que inició un huerto comunitario en su universidad. “Y también es la primera vez que siento que algo depende de mí para vivir”.
Hoy, con unas semillas y el compromiso de esperar, miles están sembrando más que vegetales: están sembrando una nueva forma de habitar el mundo.
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