DAME JANE MORRIS GOODALL, la célebre etóloga y primatóloga británica cuya revolucionaria investigación sobre los chimpancés salvajes en Tanzania transformó nuestra comprensión de los animales y redefinió los límites entre la humanidad y el resto del reino animal, falleció hoy en California. Tenía 91 años.
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El deceso fue confirmado por el Instituto Jane Goodall, la organización global de conservación que ella fundó. La Dra. Goodall murió por causas naturales mientras se encontraba en una de sus giras mundiales de conferencias.
La vida de la Dra. Goodall fue una de determinación inquebrantable y empatía radical. En julio de 1960, a la edad de 26 años, y con solo un diploma de secretaria, viajó a lo que hoy es el Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania. Allí, en la selva, comenzó el estudio de primates de larga duración más extenso del mundo, una investigación que se extendería por más de seis décadas.
La Humanización de los Chimpancés
Cuando la Dra. Goodall llegó a Gombe, la primatología era un campo dominado por hombres y por métodos académicos estrictos. Ella desafió el statu quo al sumergirse en la vida de los chimpancés, dándoles nombres en lugar de números—como David Greybeard, Flo y Fifi—y observando sus vidas con una paciencia y proximidad sin precedentes. Este enfoque poco ortodoxo, si bien inicialmente provocó escepticismo en la comunidad científica, condujo a descubrimientos que sacudieron la biología.
Su hallazgo más famoso ocurrió a finales de 1960, cuando observó a David Greybeard utilizando un tallo de hierba despojado de hojas para “pescar” termitas en un montículo. Cuando su mentor, el famoso antropólogo Louis Leakey, recibió la noticia, respondió con una frase que se hizo icónica: “Ahora debemos redefinir al hombre, redefinir las herramientas, o aceptar a los chimpancés como humanos”.
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La Dra. Goodall demostró que los chimpancés son seres complejos con personalidades, mentes y emociones; que son capaces de usar y fabricar herramientas, forman vínculos sociales de por vida, participan en actos de compasión e, incluso, organizan guerras territoriales.
Estas revelaciones forzaron a la ciencia a reconocer nuestra profunda conexión genética y conductual con los chimpancés, que comparten aproximadamente el 98.7% de nuestro ADN.
A mediados de la década de 1980, la Dra. Goodall se dio cuenta de que la investigación a largo plazo de los chimpancés no era suficiente. La destrucción del hábitat y la caza ilegal estaban empujando a la especie al borde de la extinción. Dejó la relativa calma de Gombe para convertirse en una incansable defensora de la conservación y el activismo ambiental, viajando casi 300 días al año.
Fundó el Instituto Jane Goodall (IJG) en 1977 para continuar la investigación de Gombe y, crucialmente, para expandir los esfuerzos de conservación en África, trabajando con las comunidades locales para mejorar sus medios de vida a cambio de proteger los bosques.
En 1991, lanzó Roots & Shoots (Raíces y Brotes), un programa juvenil global que hoy empodera a millones de jóvenes en casi 100 países para implementar proyectos ambientales y humanitarios.
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La Dra. Goodall no solo abogó por los chimpancés, sino que se convirtió en una voz líder en la lucha contra el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la crueldad animal. Se desempeñó como Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas desde 2002.
Nacida en Londres el 3 de abril de 1934, Jane Morris Goodall siempre sintió una fascinación por los animales, inspirada por libros como Doctor Dolittle y Tarzán de los Monos. Su madre, Vanne, la acompañó a Gombe inicialmente, ayudándola a superar las restricciones coloniales para la investigación de campo de una mujer sin título universitario.
Se doctoró en Etología por la Universidad de Cambridge en 1966 sin haber completado una licenciatura, una prueba del peso de sus hallazgos de campo.
Se casó dos veces: primero con el fotógrafo de vida silvestre, el barón Hugo van Lawick (matrimonio que terminó en divorcio), con quien tuvo a su único hijo, Hugo Eric Louis van Lawick, conocido como “Grub” (Gusanito). Su segundo matrimonio fue con Derek Bryceson, un miembro del parlamento tanzano y director de Parques Nacionales, hasta su muerte en 1980.
El legado de la Dra. Goodall no es solo un compendio de descubrimientos científicos, sino un llamamiento a la empatía y la acción. En una era de creciente crisis ecológica, su mensaje final de esperanza se centraba en el poder de los jóvenes, la resiliencia de la naturaleza y el espíritu indomable del ser humano para corregir sus errores.
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Le sobreviven su hijo, Hugo, sus nietos y el vasto movimiento de conservación y compasión que ella puso en marcha.
Su imagen en la selva, sentada en silencio entre sus amigos chimpancés, sin la armadura de la academia, seguirá siendo el emblema de cómo una sola persona, armada de paciencia y profundo respeto, puede cambiar para siempre la relación de la humanidad con la Tierra.
Última actualización el 1 de octubre de 2025 Por El Ambientalista Post
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