En un contexto global marcado por crecientes desafíos ambientales, el concepto de “naturaleza positiva” se está consolidando como una estrategia para las empresas. Este enfoque busca no solo detener, sino también revertir la pérdida de biodiversidad, garantizando la preservación y mejora de los ecosistemas naturales. Al integrar estos principios en las operaciones, las empresas cumplen con sus responsabilidades fiduciarias y obtienen beneficios económicos, sociales y ambientales.
Asimismo, el término “naturaleza positiva” se refiere a un enfoque transformador que promueve la integración de soluciones beneficiosas para la naturaleza en el núcleo de las operaciones empresariales y en la toma de decisiones. Para las empresas, esto implica evaluar rigurosamente cómo sus actividades impactan y dependen de los ecosistemas, adoptando medidas para optimizar la función de estos ecosistemas a lo largo de toda la cadena de valor.
La estrategia incluye la reducción del consumo de recursos, la gestión eficiente de los residuos y la minimización de la huella ecológica. Incorporar estrategias positivas para la naturaleza ofrece una variedad de beneficios. En primer lugar, ayuda a las empresas a mantenerse a la vanguardia de los requisitos regulatorios emergentes, reduciendo el riesgo de sanciones y multas. Alineándose con las nuevas regulaciones, las empresas pueden operar con mayor confianza en un panorama normativo en constante cambio.
También, adoptar prácticas sostenibles suele resultar en ahorros de costos y eficiencias operativas. La implementación de tecnologías energéticamente eficientes y la optimización en el uso de recursos pueden llevar a una reducción de gastos operativos. De este modo, las empresas no solo cumplen con sus responsabilidades ambientales, sino también mejoran su rentabilidad. La preservación y mejora de los ecosistemas naturales también asegura la disponibilidad a largo plazo de recursos críticos y la estabilidad de las cadenas de suministro.
Ecosistemas saludables proporcionan servicios esenciales, como agua limpia, suelo fértil y regulación climática, fundamentales para la continuidad y resiliencia empresarial. Otro beneficio importante es la mejora de la reputación corporativa. Las empresas comprometidas con prácticas positivas para la naturaleza tienden a construir una imagen más sólida y ganar la lealtad de consumidores e inversores preocupados por el medio ambiente. Este compromiso puede diferenciar a las empresas en mercados competitivos, atrayendo a partes interesadas que valoran la sostenibilidad.
A nivel mundial, se establecieron diversas obligaciones para que las corporaciones prioricen estrategias positivas para la naturaleza. La Unión Europea, por ejemplo, exige que las empresas revelen su impacto sobre la biodiversidad y adopten medidas para restaurar ecosistemas degradados. La Ley de Medio Ambiente del Reino Unido de 2021 también introduce objetivos vinculantes para la biodiversidad y exige informes sobre el impacto ambiental.
Por otro lado, en Australia, los directores corporativos están legalmente obligados a gestionar los riesgos relacionados con la naturaleza. Las recientes sentencias judiciales destacan que los directores pueden ser responsables si no cumplen con nuevas obligaciones, reforzando la importancia de integrar estrategias positivas para la naturaleza en la gestión empresarial.
Finalmente, los directores corporativos juegan un papel crucial en la transición hacia un enfoque positivo para la naturaleza. En ese sentido, ellos pueden establecer una visión clara y un compromiso firme con los objetivos de sostenibilidad, integrando principios en la gobernanza, en los procesos de toma de decisiones, y gestionar los riesgos ambientales de manera proactiva.
NotiPress/Noelia Acuña
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