La urgencia climática exige un compromiso claro: eliminar gradualmente los combustibles fósiles para asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras
destaca David Amaya
En el marco de la Conferencia de las Partes (COP) 28, celebrada en las últimas semanas, se está discutiendo el crucial “equilibrio global”, un mecanismo ideado en el marco del Acuerdo de París para evaluar periódicamente los compromisos de los países en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, con el propósito de evitar un incremento de temperatura superior a 1,5 grados centígrados.
Sin embargo, las expectativas de alcanzar un balance más ambicioso se ven desafiadas por la realidad evidente en la actual COP: los esfuerzos actuales parecen insuficientes y podrían resultar en un aumento de temperatura de más de 2,5 grados centígrados. Esta situación contrasta con las recomendaciones de los últimos informes científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que abogan por la “eliminación gradual” de los hidrocarburos fósiles para 2050, una posición respaldada por Colombia y considerada crucial ante la crisis mundial.
A pesar de la urgencia y la evidencia científica, los hidrocarburos fósiles continúan siendo respaldados por naciones desarrolladas y empresas multinacionales, según informes de Amnistía Internacional. Los grupos de presión de los hidrocarburos fósiles superan notablemente a los representantes presentes en la COP 27, y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha obstaculizado repetidamente la inclusión de una “eliminación progresiva” de estos combustibles en los borradores de acuerdo.
El texto negociado, que aborda soluciones en aproximadamente once mil palabras, apenas menciona los “hidrocarburos fósiles” tres veces, sin tomar en cuenta el gas y el petróleo. Esta falta de compromiso decisivo es evidente en un momento crítico para el planeta y las futuras generaciones. El Movimiento Climático Juvenil Colombiano, representado por Life of Pachamama, propone metas específicas para 2030, así como un financiamiento adicional basado en donaciones que no agrave la deuda de los países en desarrollo. Esto reconocería los esfuerzos de estas naciones en la protección de los ecosistemas, a pesar de su menor contribución a la crisis climática. La carga de la deuda, que absorbe casi el 40% del PIB de las economías de bajos ingresos en los países en desarrollo según el FMI, es una preocupación urgente que requiere una acción coordinada.
En la COP 28, la demanda de ambición y acción climática es clara: se necesita una “eliminación gradual” de todos los hidrocarburos fósiles para 2050, conforme al Acuerdo de París. La falta de consideración de las prioridades juveniles, presentadas en las declaraciones internacionales de la juventud por la Unidad Constitutiva de Jóvenes y Niños (YOUNGO), es lamentada por Pachamama y otros grupos de interés comprometidos con el futuro del planeta.
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